La polenta tradicional italiana es un plato clásico y delicioso que se puede preparar fácilmente en casa. Con esta receta, aprenderás a hacer una polenta cremosa y sabrosa con harina de maíz, queso mozzarella, romero y caldo.

En mi proceso de aprendizaje en el mundo de la gastronomía, he tenido el privilegio de explorar y saborear platos de diversas culturas, pero hay uno que siempre ocupa un lugar especial en mi corazón y mi paladar: la polenta italiana. Este auténtico manjar de la cocina italiana es mucho más que un simple acompañamiento; es un pasaje directo a las tradiciones y sabores de la Italia más genuina.

Sabor y familia

Recuerdo vivamente la primera vez que probé la polenta italiana, mi abuela la preparó para una ocasión especial. El aroma que llenaba el aire era simplemente embriagador, y al probar el primer bocado de polenta con romero y queso, simplemente no podía dejar de comerlo. Ella solía comparar este plato con la polenta o funche venezolano, y decía que este último era mejor porque tenía relleno. Prometo compartir también esta receta en una próxima publicación.

Recientemente, mientras compartía este manjar con mi familia, mi hijo pequeño, que siempre tiene una visión infantilmente honesta de la comida, tomó un bocado y exclamó con entusiasmo: “¡Estos son como bollitos con queso, mamá!”. Su inocente comparación nos hizo reír y reforzó la idea de que la cocina no solo es una fuente de sabores extraordinarios, sino también de momentos especiales en familia que perduran en el tiempo.

Algunos tips para hacer la polenta tradicional italiana

• La Elección del Tipo de Maíz: Utilizar harina de maíz de calidad es esencial. Opta por la harina de maíz amarilla de grano fino o sémola de maíz, ya que proporciona la textura perfecta y un sabor auténtico.
• La Importancia de la Paciencia: La polenta italiana requiere tiempo y atención. Cocinarla a fuego lento es esencial para lograr la cremosidad deseada. Remover constantemente y ser paciente son las claves para evitar grumos.
• El Punto de Cocción: La polenta está lista cuando se despega de los bordes de la olla y tiene una textura suave y cremosa. Si deseas una presentación diferente, puedes extenderla en una bandeja para que se enfríe y luego cortarla en porciones para asarla o freírla.

El súper consejo secreto: Potencia el sabor con caldo casero

Un secreto bien guardado de la cocina italiana es utilizar caldo casero en lugar de agua al cocinar la polenta. Esto añade un sabor extra y una profundidad inigualable. Prepara tu propio caldo vegetal o de pollo con ingredientes frescos y verás cómo tu polenta se eleva a otro nivel de exquisitez. Sugiero probar esta receta con pollo saltimbocca.

¿Cómo hacer polenta casera?

Para preparar polenta casera, el proceso comienza llevando el caldo al hervor con ramitas de romero hasta que estas infundan su sabor. Luego, con cuidado, se retiran las ramitas y añade una porción de harina (idealmente una cuarta parte), revolviendo constantemente para evitar grumos.

El punto adecuado de cocción

Sabrás que la polenta está perfectamente cocida cuando haya alcanzado una textura similar a la de un puré espeso y suave. Esto significa que la harina de maíz se ha cocido completamente y ha absorbido la mayoría del caldo o líquido que se utilizó en la receta. Cuando la polenta esté lista, notarás que se desprende fácilmente de los bordes de la olla o cacerola al revolverla. Además, debería tener un sabor suave y no tener ese sabor crudo de la harina. Este proceso suele llevar alrededor de 30 a 40 minutos de cocción a fuego lento, pero es importante probarla para asegurarte de que tenga la textura adecuada antes de servirla.

Para transformar la polenta en una versión cremosa y deliciosa, simplemente colócala en un envase refractario, luego cúbrela generosamente con queso mozzarella rallado. Luego, gratina en el horno durante unos minutos hasta que el queso se derrita y se dore ligeramente por encima. El resultado será una polenta tradicional con una capa de queso fundido por encima, que aporta una textura cremosa y un sabor irresistiblemente delicioso.