El pastel de manzanas, un tesoro de la repostería clásica, ha encontrado su lugar especial en la gastronomía de diversos rincones del mundo. Su origen es claramente europeo, pero quienes perfeccionaron la receta y la popularizaron alrededor del mundo son, sin duda, los americanos. Aunque en Venezuela las manzanas no abundan, mi fascinación por esta fruta y sus preparaciones derivadas se remonta a mi infancia.
Hace aproximadamente 20 años, con la llegada de manzanas chilenas a precios accesibles debido a cuestiones cambiarias, me embarqué en la misión de hacer todo tipo de recetas a base de manzanas, pero ninguna mejor que el pastel de manzana.
La esencia de este postre es muy básica: una capa de masa quebrada rellena de una mezcla de láminas de manzana y compota de manzanas, todo horneado y suculento.
¿Cómo hacer la base del pastel?
- La base del pastel de manzanas se conoce en la repostería como una masa quebrada, una mezcla que se deshace suavemente en la boca al probarla.
- La clave de esta masa es que debe tener la textura de arena de mar al amasar, nunca debe volverse elástica, ya que las masas elásticas pueden endurecerse al hornearse, especialmente si son delgadas.
- Para lograr una masa quebrada perfecta, dos elementos son esenciales: una generosa cantidad de mantequilla y un amasado mínimo. Se mezcla suavemente, preferiblemente con cucharas para evitar desarrollar gluten, que es lo que la convertiría en una masa dura.
- Consejos básicos: usa mantequilla fría en cubos, mezcla hasta obtener una textura arenosa.
- Compacta la masa en el molde.
- Pre-hornea la base del molde antes de agregar el relleno de manzanas para garantizar una cocción uniforme.
Variaciones: La versatilidad de esta receta permite experimentar con diferentes rellenos dulces:
- Añadir pasas para un toque adicional.
- Combina con otras frutas como duraznos o peras. Incluso, podrías probar con peras al vino tinto.
- ¡Olvídate de las frutas y rellena con crema de chocolate! La elección es tuya.
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